¡We're back!



"Los placeres sencillos son el último refugio de los hombres complicados" (Oscar Wilde)

Me duele un coco. Tal como lo leen, un coco. No es un simple dolor de cabeza, el clásico dolor de muelas o alguna fractura infantil que hoy incomode con el frío... es mi puto coco derecho.
Todo partió el fin de semana del 18 de Septiembre (cumplió un añito este puto blog.. yupi!) cuando volvía a Santiago lesionado por sexo, alcohol, rock & roll o drogas, el aire marino, una maldición gitana... ¡solo lo sabe el puto...! ...con un pequeñito dolor en la pierna que me ha tenido caminando como un ex veterano en alguna mala película ochentera.

Me han dicho que puede ser desde agotamiento, un coco volteado, un desgarro, un gangleo... ¡hasta cancer!. ¡Si me han dicho de todo. Pero da lo mismo. Sea cual sea la verdad solo me la dirá un doctor y si es bueno o es malo solo es un evento más al que me enfrentaré en mi vida Gracias a esto mi humor ha cambiado considerablemente. No es que siempre sea un angelito, dulce y bondadoso, pero la situación me ha tenido un tanto sensible y mi mal humor no es reprimido como habitualmente lo hago. Cosa que debería agradecer pues este malestar despeja mis máscaras y me enfrenta al mundo como soy realmente: tal cual como me leen. Sea bueno o sea malo el tirón que siento cada vez que doy un paso me invita a reflexionar en un punto importantísimo.. ya no soy un puto niño. Adulto joven, adulto fome, el profe, señor, disculpe caballero, "Don" Tapio o lo que tenga que decirme alguna persona que interactúe conmigo en mi cotidaneidad urbana, la cosa es que todos los discurso indican claramente que ya no soy un niño y este dolor de cocos lo reafirma.

Ahhhh... las reflexiones. Cuantas cosas pasan por mi cabeza gracias a este suceso.
Miro hacia atrás y veo que estoy físicamente cansado, mi cuerpo me alega que lo he destruido con el pasar de los años y mi mente alega que faltan tantas cosas... tantas cosas por hacer.
Hoy le echo la culpa al puto de Henry Miller. Cuantas veces he soñado con vivir en la bohemia y desperdiciar mi vida en una suerte de paseo bukowskiano a terminar mis días fumando opio perdido entre las tetas de una prostituta honkonesa o morir apuñalado con una daga exótica mientras disfruto un café en El Cairo . Comenzar tomando vodka en el tren que va de moscú a china y despertar, aún borracho, en Nueva Zelanda con un tatuaje maorí en todo mi pecho. Pero como dije... es solo un sueño.
Esclavo del sistema actual y encadenado a un puto mundo digital me es imposible pensar en escapar para cumplir estas fantasías. El tiempo se ha encargado de pavimentar selvas tropicales, de tecnologizar países del tercer mundo, de acortar las comunicaciones. ¡Ya no te puedes perder en un junco por las costas de Malasia porque las putas islas de Pangkor y Langkawi son destinos turísticos!.

El mundo que vivió Hemminway desapareció con él, el día en que el último macho dejó de existir. Hoy quedamos solo fucking debilones, llenos de alergias y pieles delicadas, autocondenados a usar cremas para cada situación, donde lo más aventurero que conseguimos es tomar pastillas para cada una de las putas enfermedades exóticas que aparecen día a día.

Tengo solo dos rincones donde huir: Egolandia (o ensaladacerebral) o mi puta esquizofrenia, que se sublima día a día con la belleza de un buen libro. La misma mente en análogo o en digital.

No hay reembolso.

Turn Into - Yeah Yeah Yeahs