Friday, November 20, 2009

Revelaciones

La irracionalidad de una cosa no es un argumento en contra de su existencia, sino más bien una condición de la misma.
Friedrich Nietzsche


Anoche soñé con mi muerte. Soñé mi deceso en una escena de Bergman, Fresas Salvajes. Estaba en una gran casona, en el centro, altos techos y un segundo piso. Por las ventanas abiertas se veía caminar a la gente por sobre los tejados.
“Hola, buenos días”.
“Buenos días vecino. ¿cómo usted ha estado?” (hablaban como Yoda)
Las conversaciones no tenían sentido. Metido en una novela de Boris Vian y su mundo sinsentido se apoderaba de todo.
“¿Vamos por droga?, hace rato que un pitillo no consumimos”
“Mmmm. No sé si será prudente. Me acabo de tomar un té y no tengo mucha sed.”
“Demonios!, pero al menos acompáñanos”
“Vamos”
Permiso, permiso. Las butacas del cine eran estrechas. La gente no se inmutaba mientras veía la televisión.
Ellos giran hacia la derecha y yo voy por la izquierda.
“Tapio!”, me grita una persona del público. “Déjame tu chip antes que te vayas”.
“¿Y para qué lo quieres si tu no hablas con nadie?”
“Es que puede que te llamen…”.
Toma mi teléfono y desarmándolo toma mi chip y lo cambia por otro.
Sigo mi camino y salgo a la calle. No hay nadie.
Se escucha venir una bicicleta a toda velocidad y luego el estruendoso CRASH!!!... golpes locos por todos lados. Y ahí me veo. Boca abajo con la cabeza tapada por un casco de ciclista del que se desperdicia borbotón a borbotón la negra sangre de mi cuerpo.
Tomo mi celular y marco a emergencias.
“¿Aló?, ¿Emergencias?. Necesitamos rápido una ambulancia pues acabo de tener un accidente”
“¿Aló?, ¿Qué tan grave es?. Trate de mantenerse vivo mientras llegamos. Tenemos una gran cantidad de pedidos y nuestros repartidores están en terreno”.
No hay caso. Meto el teléfono al bolsillo y solo me siento a esperar el deceso. Como dije en la calle no había nadie: ni personas, ni pajaritos, ni sonido.
Luego de una gran cantidad de angustia suena la alarma de mi celular y despierto en mi cama. ¡VIVO!. Pero da igual, solo queda ir a trabajar.
“¿Por qué tienes esa cara?”, me preguntan en la oficina.
“Da igual, si les cuento no van a entender”.
Así comenzó este bello día, que todavía espero termine.


“Mejor no hablar de ciertas cosas”, Sumo.

4 comments:

Anonymous said...

Jaja! Tapio querido, que me río contigo, eres un hombre que no tiene límites! y me encantas!!!

Un besote... y no te dejaré de leer y no te cambiaría por LUN tampoco jeje
Lindo!!!

MUACK!

Anonymous said...
This comment has been removed by a blog administrator.
Narvandi said...

Papa frita.

Tu eres inmortal, recuerdalo eres ñoño.

Pero fue heavy el sueño.
Pero al vida es peor.

Te requiero
Besos

popscene* said...

aaaaaaaaaah, siempre estoy atrasada con tus post!
me pondré al día, debo hacerlo sino después me perderé de muchos capítulos.

besos!
c*